Abogado de 48 años, Óscar de Alfonso Ortega, el Gran Maestro de los masones españoles y presidente de la Confederación Masónica Iberoamericana, estudió en el Colegio Alemán de Valencia, habla varios idiomas y fue iniciado en 1998 en la Logia Germanies 8, también en Valencia. “Después de la ceremonia, no pude dormir en toda la noche, por la emoción. Ser masón es hoy lo mismo que ha sido siempre: un camino de perfeccionamiento interior al que se accede a través de la iniciación. La Masonería te aporta una metodología, unas herramientas, para realizar un trabajo individual sobre ti mismo. Quienes llaman a nuestras puertas suelen ser personas inquietas, con sed de conocimiento y buen corazón”, afirma.

No hay datos de los masones asesinados durante la Guerra Civil y en la dictadura, ni inventario de los bienes incautados. “La represión de la masonería en la Europa del siglo XX fue atroz por parte de todos los regímenes totalitarios de uno y otro signo. En España esa represión fue especialmente sistemática, duradera en el tiempo y terriblemente eficaz. Se crearon tribunales específicos para la represión de la Masonería y solo cuando quedó claro que se habían quedado sin trabajo porque ya no quedaba un solo masón en territorio español, con la excepción de los militares norteamericanos de las bases, se transformaron en tribunales de orden público. Para entonces, habían condenado a más de 80.000 personas por su pertenencia a la Masonería, cuando se calcula que en 1936 no había en España más de 5.000”, explica su máximo dirigente.

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“La consecuencia más perniciosa de la represión franquista afecta a la honorabilidad de los masones. En Estados Unidos, un masón indicará su condición en el currículo, porque dice mucho de él. Una sociedad antigua, respetable y rigurosa certifica al admitirle que es buena persona y que trabaja por ser mejor. Lamentablemente, en España todavía existen muchos temores o maledicencias sobre la masonería, así que los masones no siempre quieren reconocer públicamente que lo son”, sostiene De Alfonso.

Pero la masonería no quiere recrearse en ese pasado, sino hablar del futuro. ”Nunca hemos puesto el acento en la restitución del patrimonio. Sí lo hacemos en su recuperación y conservación, porque ese patrimonio habla de lo que somos. Estamos trabajando en ese sentido, codo con codo, con el Ayuntamiento de Tenerife o el Archivo de Salamanca. Sin duda, la consecuencia más perniciosa de aquella represión tiene que ver con nuestra honorabilidad. Si algo sobrevive hoy del franquismo son sus ideas deformadas sobre la masonería”.

Fuente elpais.com

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